miércoles, 26 de mayo de 2010

LAS HOJAS MUERTAS DEL BICENTENARIO


Las hojas vuelven a caerse
como tantos otoños en la historia del mundo
que esa historia no sea un tramo de piedra
sino que forme parte de la sangre y los días.

Serán cien, doscientos años
pero la idea del cambio se irá con nosotros
como un río que fluye constante, potente.
Ahora dicen que nuestro pasado,
lleva doscientos años.

Entonces debemos preguntarnos: ¿quiénes éramos antes,
quiénes somos ahora?
Algo más que una fiesta de cierto aniversario.

La tierra se clausura y comienza a cerrarse
como se cierran los círculos de todo lo viviente,
como se cerrará la noche en el puño del desprecio.
Llevaremos el agravio en medio de la frente
y buscaremos la rúbrica en las rutas del viento,
para encontrar los fines de tanta injusticia.

En la niebla de los días opuestos
la libertad no conoce el ocaso
son nuestros rostros los que envejecen
para olvidarse de los años que cuentan los muertos,
de las horas pasadas con las bocas zurcidas.

En sueños nos llaman los que murieron antes,
los que cayeron anónimamente como las hojas del otoño.
¿Quiénes hacen la hojarasca en estas postrimerías del mundo?
sino las manos de los que antes estuvieron
de aquellos que ahora mismo
se hunden en el duelo del festejo.

El tiempo lo sabe: son las manos que aún están
manchadas con sangre.
Las que hoy pisan la vida
de estas hojas muertas.

1 comentario:

El Vestigio dijo...

Genial, y real. Un gusto.